martes, 28 de junio de 2011

Honky Tonk Women

Se me acercó por detrás -yo estaba sentado en la barra- y con una palmadita en el hombro me saludo. Miré para atrás y no la reconocí. No la conocía. Su mano sostenía un vaso de gin justo a la altura de sus pechos... unas tetas majestuosas, ni muy grandes, ni muy chicas... como las tetas de tu actriz porno favorita. Sus labios, de un rojo intenso, empezaron a moverse. La música estaba demasiado alta y no logré escuchar lo que me estaba diciendo. No sabía si me estaba preguntando la hora, pidiendo el asiento o invitándome a bailar. Su cuerpo era hermoso y voluptuoso. La desnudé mentalmente y con eso pensé quedar satisfecho.
Había entrado a ese bar para tomar algo tranquilo antes de volver a casa a dormir después de un día mas en el trabajo. No tenía planes de finalizar mi día con una mujer, no me había cambiado los calzones esa mañana, ni enjuagado las bolas a la tarde. Creo que tampoco me había duchado esa mañana. Fui a pensar y a tomar una ginebra... ya llevaba tres y no tenia planes de irme. En mi cabeza estaba componiendo un blues a fuerza de tarareos y la letra no llegaba de ninguna manera. Igual no importaba, no sabía tocar la guitarra tan bien como para tocar lo que estaba tarareando. Y, hasta cruzarme con alguien que pueda pasar el tarareo a notas ya me habría olvidado del tarareo. Lo hacía por simple diversión... para despejar la mente.
Acercó sus labios a mi oído, sentí el calor de su aliento y todo mi cuerpo estremeció. '¿Cómo te llamás?' preguntó sensualmente. 'O es ninfomana o es puta' fue lo que pensé antes de poder decir mi nombre. 'R.' respondí nervioso. '¿erre?' preguntó molesta, como diciendome que sabía mi verdadero nombre. Se sentó a mi lado sin preguntarme si estaba ocupado y sin importarle. De todas maneras era obvio que estaba solo y que buena compañía me vendría bien. 
Me preguntó cuales eran mis sueños. Le respondí alguna mentira, no tenía sueños. Dije algo de viajar, conocer el mundo y diferentes culturas y no se que otras ganzadas. No podía creer que una mujer de esa calaña esté sentada a mi lado, mostrando interés por mí. Era una de esas mujeres que uno espera ver casada con un futbolista. Una modelo o vedette... y estaba hablando conmigo. Todos los hombres que pasaban le dedicaban miradas lascivas y mi pija se ponía cada vez mas dura.
'Che, ¿qué es lo que querés conmigo?' pregunté ya desesperado, llevábamos casi una hora hablando... '¿Querés poner a tu marido celoso o algo así?' la miré a los ojos que eran verdes con unos tintes de rojo, hermosos, profundos, amistosos....
'No te voy a mentir' respondió sin sorprenderle mi pregunta mientras acomodaba su pelo, soltándolo de un rodete. Su pelo era infinito, voluminoso, castaño y brillante. 'No tengo marido, ni novio o algo que se asimile a eso...' me miró de arriba abajo, como intentando determinar cual sería mi precio de ser un esclavo '...y no me interesa tener. Me gustas y quiero que cojamos.' quedé congelado, era la primera vez que una mujer me hablaba con tanta franqueza. Supuse, di por sentado, que era una puta. 'Y no soy ninguna puta' parecía que me estaba leyendo la mente, 'digo, no cobro si eso es lo que te preocupa. Medio trola soy.' Mi cabeza daba vueltas sobre su eje de la excitación. Ni en mis mas salvajes sueños hubiese imaginado que iba a terminar con tremenda mujer, que una mujer de ese nivel quisiese pasar conmigo la noche.
Fuimos caminando hasta su departamento, un departamento lujoso a tres cuadras del bar. En el transcurso del camino no hablamos de nada. No tuvimos ningún contacto mas que esa palmadita en el hombro y su aliento en mi oreja. Pero por lo que decía íbamos a tener mucho contacto. Mi cabeza maquinaba un millón de escenarios, uno de ellos era que me iba  a despertar en un bañera llena de hielo y sin unos cuantos órganos. 'El que no arriesga no gana' me repetía en mi mente. La luna estaba en lo alto, llena y brillante. Iluminaba su rostro con una luz argenta pálida y plácida. 
Cuando entramos a su departamento fuimos directo a su habitación. A medida que iba caminando, de su cuerpo se iba deslizando el vestido rojo que tenía hasta quedar pura como Eva en el paraíso con la diferencia de sus zapatos de tacos de aguja negros. Se recostó en su cama y lanzó sus zapatos. La habitación estaba a oscuras, salvo por el haz de luz de luna que entraba desde la ventana e iluminaba todo su cuerpo y la luz roja de neón de alguna publicidad del edificio de enfrente. La luna parecía seguirla, la luna la adoraba.
Me desnude rápido y nervioso. No tenía forro, pero no me importo. 'Una mina así seguro se cuida. Que ella se ocupé' pensé. Y de nuevo, como leyendo mi mente habló. 'No te preocupes por los forros' dijo. Me acosté en la cama, y empecé a besar todo su cuerpo, las tetas, los pezones... su concha mojada de tanta excitación... gemía como una bestia. Mi pija estaba como una roca. Pronto ella tomo el control. Beso todo mi cuerpo, lamió mis partes mas erógenas. Poco a poco fui enamorándome de ella. 'Entregame tu alma... y cogeme' me susurró entre gemidos mientras intercambiábamos caricias, besos, salivas y lenguas. 'Sí' le respondí. 
La penetré y gritó como una virgen al recibir una pija de treinta centímetros. Pidió mas y le di más mientras acariciaba su cuerpo con mi rostro perdido en sus pechos. Entonces me di cuenta que algo no estaba bien. Su piel era cada vez mas aspera, mas seca. Justo donde terminaba su espalda me di cuenta que tenía como una cola, era una cola muy cortita, de unos tres centímetros o cuatro y terminaba puntiaguda como la punta de una flecha. 
Aterrado levanté la vista, sus ojos eran de un rojo intenso y de su cráneo asomaban unos pequeños cuernos. Me desesperé, pero en mi menté se lo atribuí a alguna droga o a demasiado alcohol. Y cuando quise desprenderme de ella me resulto imposible. Su cola creció con una velocidad increíble y me envolvió, sus cuernos se hicieron mas largos y el rojo de sus ojos mas intenso. Toda su piel se torno roja y mas áspera aun. Era piel de reptil. No podía separarme de ella y tampoco quería.
'Soy Lamia' me dijo 'Cogeme mientras me quedo con tu alma', quería parar pero no podía. Sabía que mi alma supuestamente valía para algo. Pero era el mejor polvo de mi vida. Seguí besando su piel de reptil y pronto sus cuernos desaparecieron, junto con su cola. Después su piel perdió el color y la aspereza que habían tomado y volvió a ser esa pálida y suave tentación. Seguí haciéndole el dulce amor desesperado, sabiendo que la noche acabaría. Lo ofrecí mi alma mil veces y mil veces la aceptó mientras extasiada me devolvía las caricias y los besos
Llegó el sol y ella ya no estaba. Me vestí y salí del departamento, evidentemente sin alma, y con mi corazón que ya no me pertenecía. En la puerta me fije la altura de la calle, para volver esa misma noche y ofrecerle mi alma mil veces mas, y me fui para mi casa. Tenía que ir a trabajar, pero llamé y avisé que estaba enfermo y me quedé esperando la noche.
Volví a la dirección que había anotado, pero no existía. La entrada no estaba, podía ver el anunció del hotel internacional alumbrando sus luces de neón rojas. Pero frente al hotel, donde esa misma mañana había un edificio, se encontraba un estacionamiento. Le pregunté al encargado del estacionamiento si la dirección que tenía coincidía y el número coincidía. Me desesperé, volví al bar donde había estado la noche anterior. '¿Sabés si estuvo por acá la mina con la qué estaba hablando ayer?' le pregunté al barman que nos había visto hablar juntos. 'No' respondió 'anoche fue la primera vez que la vi, hoy no apareció. ¡Tremenda perra! ¡Eh! ¿Te la curtiste anoche?'
No le respondí, salí por la puerta, aterrado y con mi corazón hecho mil pedazos. Se había llevado mi alma, pero se había olvidado de mi corazón, me lo había dejado para que pueda sufrir. Lo único que quería era verla, sin importar que fuese en el infierno.
Es por eso que viole y maté a esa nena, Señor Juez, es que quería asegurarme de ir al infierno. Esperaba que el padre de la nena me mate, pero obviamente hay gente que todavía cree en el proceso de la ley. Tendré que esperar en esa celda hasta que llegue mi día o quizás pueda usted ser tan bondadoso y proporcionarme la pena de muerte. Intenté quitarme la vida, pero lamentablemente no tengo el estomago para eso.

miércoles, 1 de junio de 2011

CAMINOS SINUOSOS



Intento no pensar en el día que sigue. Cualquiera que sea mi destino sé que voy a ser yo el que lo teja, el que lo escriba con mis acciones. Espero que no sea un camino bastante sinuoso, el mío lo prefiero mas fácil, caminable, sin rocas que lo bloqueen o curvas tan cerradas que no sea capaz de ver lo que se avecina. Pero sé que será difícil. Nunca se me hacen fáciles los kilómetros por recorrer. El destello del sol promete iluminar mi ruta, pero apenas un breve instante. Sé que el chupi y las drogas lo oscurecerán. Pienso, a veces, en ella, pero no freno en ese pensamiento. Grito "No voy a olvidarte", pero la olvidé sin darme cuenta que el tiempo había pasado. Las horas y los días pasaron sin siquiera anunciarse. Me clavo otra raya de merca y digo "Pensé que no era necesario", claro que es necesario. Ahora es lo único necesario, eso y el vaso de güisqui a cualquier hora del día. Aun recuerdo cuando tus labios se acercaron al borde de la copa, yo quise imitarte, quise ser igual a vos.

sábado, 2 de abril de 2011

LOS OJOS CELESTES DE...

El verano pasado, me refiero al verano del dos mil ocho, decidí conocer el sur argentino. Estaba muy popular el norte (que tampoco conocía, de hecho era la primera vez que salía de Capital Federal) y como siempre voy en contra de la corriente, decidí conocer el sur. Salí de Capital Federal  con muy poco capital, un bolso de lona en una mano y el cofre, con la guitarra adentro, en la otra. Gracias a la bondad de un amigo llegué a Azul, donde me quedé unos días en el campo de sus viejos. Tres días después, cuando las primeras estrellas empezaban a apagarse, empecé a hacer dedo sobre la Ruta 3. Como había renunciado a mi tedioso trabajo de telemarketer, tenía todo el tiempo del mundo, lo que no quería era estar sobre la ruta bajo el intolerable sol de un mediodía de verano. No estaba muy preocupado por la guita, sabía que con mi guitarra me ganaría el pan de cada día, al menos hasta decidir volver a la ciudad que casi nunca duerme.
Después de unas horas, creo que ya eran las siete u ocho de la mañana, con mi pulgar apuntando hacia el cielo cual emperador romano al dar su ‘si’ dentro de un anfiteatro lleno de plebeyos sedientos de sangre o misericordia, un Volvo FH  paró. ‘¿Donde vas?’ me preguntó el chofer, ‘A donde el viento me lleve y el sol me acompañe’ le respondí, entonces me invitó a subir a su camión. Conducía hasta Ushuaia y como mi destino todavía era incierto me pareció lo más apropiado empezar mi viaje desde el punto más sur del país y subir lentamente hacia el norte. El viaje se hacía deleitable, compartíamos la misma adoración por Dylan, en su cabina no paraba de sonar el disco Time Out Of Mind. Era uno de esos viajes que uno recuerda con gusto, no era uno de esos apretujados en el incomodo asiento de un Pehuenche. El velocímetro mostraba una aceleración constante, que descendía sólo en las curvas. Todo iba tranquilo, pasábamos los pueblos como un TGV, viéndolos apenas como una imagen borrosa. Llevábamos mas de dieciséis horas en esa cabina, no habíamos parado ni para mear. Había empezado a llover hacía dos horas ya, se notaba que el viento golpeaba fuere desde el oeste por la curvatura de las antenas en la trompa del mastodonte. Pero nada de eso me asustaba, el camionero había disminuido la velocidad, supongo que se debía a que no se podía ver ni la ruta, eso no me preocupaba, tenía absoluta fe en la experiencia del conductor. Todo se desvirtuó cuando después de unos mates amargos, acompañados con unos bizcochitos de grasa, mis párpado se hacían cada vez más pesados, hice todo el esfuerzo para no dormirme pero el cansancio me ganó y finalmente mis ojos  se cerraron. El camionero me despertó con una sonrisa en su rostro, “El copiloto nunca duerme”, dijo con los ojos ensangrentados y los labios verdes de tanto mate.  Sacó una bolsita, que resulto ser una bolsita de merca y después de aspirar un poco me ofreció, cosa que rechacé.
Ahí estaba, parado en la ruta; con el viento pegándome de costado y al mismo tiempo empapándome bajo las dolorosas, e inmensas,  gotas de la intensa lluvia. Y claro, con el cofre en una mano y el bolso en la otra. Veía las luces coloradas alejarse cada vez más, hasta que finalmente desaparecieron de mi vista.  No tardó en apoderarse de mi un sentimiento de impotencia, seguido por una invasión de soledad. De esas que uno siente estando solo en el medio del océano o del desierto. Cómo rechacé su oferta tan generosa, y como su adicción a esa droga tan encantadora lo convirtió en un paranoico, decidió dejarme tirado en la ruta. ‘Gracias a Dios’ pensé, sólo Dios sabe que era lo que seguía después de drogarme con ese loco. La cosa era que no sabía donde carajo estaba, tenía mi duda entre si estaba en Chubut o todavía en Río Negro, quizá ya estaba en Santa Cruz. Ahí noté mi ignorancia y mi “sentido” de  ubicación geográfica. En fin, estaba completamente perdido y lo único que sabía era que hacía frío y que estaba empapado. No tenía otra opción más que seguir andando,  y como no había divisado ninguna luz hacía un largo rato ya, decidí seguir la trayectoria del camión. Caminé mucho tiempo, puteando en voz alta e intentando llorar sin lograrlo. Estaba oscuro y no podía ver nada más que gotas sobre mis párpados, tenía ganas de tirar la guitarra y el bolso a la mierda, pero logré componerme y seguí caminando hasta que al final vi una luz incierta de lo que parecía ser una casa a lo lejos. En realidad dudaba si era una casa o un coche, pero seguí caminando  hacía aquella luz como un muerto hacía la luz del paraíso. En mi mente maquinaba miles de escenarios en los que me descuartizarían y venderían mis órganos, o esclavizarían para trabajar en alguna plantación de opio. También corría la posibilidad de caer en algún precipicio y todo roto pero aun sin morir sufriría en agonía varios días hasta finalmente morir. En ese momento sentí mi adicción al celular y maldije mi impulso neo-hippie de hacer éste viaje sin tecnología, que fue lo que me impulsó a romper mi celular, quemar mis tarjetas de crédito, todo como lo hizo Alexander Supertramp, pero sin el coraje de quemar los próceres que tanto me había costado ganar.
Entré empapado a un bodegón con una parrilla que obviamente estaba fuera de servicio. Era sin duda una parada de camioneros. Rastrillé el lugar con mi mirada, no encontré al camionero cocainómano
Con mi guitarra tenía pensado sacar unos mangos más de la posible escasa audiencia, pero cuando amagué a sacar mi guitarra del cofre el cantinero me miró con desaprobación y, moviendo su dedo índice de derecha a izquierda, al mismo tiempo que levantaba sus hombros y en su rostro se dibujaba una mirada de empatía, me dio a entender que no estaba permitido.  Había contado siete u ocho hombres  sentados en diferentes mesas y otro hombre sentado sobre un banco alto y apoyando sus codos sobre la barra con sus ojos clavados en el vaso. Yo no tenía suficiente dinero para comer, tenía que ahorrar lo máximo posible. Es por eso que decidí acompañar al viejo solitario en la barra y pedirme un güisqui. ‘Sin hielo’, le dije al cantinero cuando estaba poniendo los dos cúbitos de hielo en la copa, metió sus dedos mugrientos en el vaso y saco los hielos, entonces sirvió una porción generosa de liquido dorado, supuestamente güisqui, y me entregó el vaso con un golpe fuete sobre la madera.
El viejo, de ojos tristes, profundos y grises, nariz afilada, con cabello plateado y desaliñado, me miró y con un ademán, levantando la copa, brindo a nuestra salud y terminó el resto de su güisqui. Yo tomaba el mío lentamente, saboreándolo sin encontrar algún sabor agradable, intentando pensar en cómo le sabrían los primeros güisquis a Morrison. Era un güisqui barato, sin cuerpo y con el alcohol demasiado presente.
No tardó en hablar, el viejo triste sentado a mi izquierda. Con su acento indiscutiblemente asturiano me preguntó de dónde venía, y antes de responderle se interpuso. ‘Yo vengo de un pueblito en Asturias, he venido a la Argentina hace muchos años ya’, dijo triste y lleno de nostalgia. ‘Es un pueblito cerca de Oviedo, al  norte. Muy bonito por lo que recuerdo. No he vuelto allí desde que llegué a éste país.’
Y como mi curiosidad siempre me obliga a hacer preguntas, que tal vez no tendría que hacer, le seguí la charla. ‘¿Por qué vino?’, le pregunté. ‘Fue por amor y por dolor’, empezó a decir, entonces le pidió al cantinero otra copa y continuó. ‘A Sigilinda la conocí cuando era apenas un chiquilín, teníamos nueve o diez años. Amigamos nos en seguida, todavía no conocíamos al amor entre el hombre y la mujer. Llevábamos la inocencia en el alma, jugábamos en el verdor de los montes y a veces en la oscuridad de los bosques. Recuerdo que contamos nos cuentos de hadas y duendes. Poco a poco fuimos creciendo, y poco a poco nuestra amistad se convirtió en amor. Todavía recuerdo el día en que noté en ella una linda mujer, una mujer bonita. Ese día nació nuestro amor.’
La luz del bodegón era tenue y triste al igual que los ojos de aquel viejo. Debería tener unos ochenta años, puede ser que más. El cantinero no prestaba atención a la historia del viejo, estaba leyendo un periódico ya tres días antiguo. Los demás hombres hablaban entre sí  en voces que parecían susurros. Todavía se podía escuchar el canto del viento en el desierto y el golpear de la lluvia en las ventanas, también estaba el humo de los cigarrillos que rodeaba a todos los presentes y abrazaba nuestras lastimeras almas.
El viejo seguía mirando un punto fijo del otro lado de la barra, pensativo; recordando viejos tiempos. ‘Cuando teníamos quince años estábamos completamente enamorados, no imaginábamos el uno sin el otro. No podíamos imaginar un futuro en el que ella no fuese mí mujer y yo su hombre. Al terminar el día de trabajo, en la herrería de mi padre, salía corriendo a casa de ella para verla. Pasábamos los días juntos,  eran días felices. Días de pobreza y hambre, pero felices.
‘Cuando cumplimos diecisiete años decidimos casarnos. Consideramos nos  lo suficientemente adultos para poder tomar esa decisión con inteligencia. Me puse mis mejores vestidos y me dirigí a la casa de ella. Mis padres pensaban que éramos demasiado jóvenes para semejante paso, para el matrimonio. Pero como era su único hijo, cosa rara en aquel entones, y no habían aprendido a negarme nada, recibí su apoyo total. Ya en casa de ella, después de una intensa conversación con su padre en la que le argumentaba con romanticismo juvenil que amamos nos de verdad, recibí también su bendición.’ Las comisuras de sus labios se empezaron a curvar y una sonrisa tímida se dibujó en el rostro del viejo, y por un breve instante pude ver una chispa de vida en sus ojos. Su sonrisa era tímida, sincera y melancólica. Como riéndose de sí mismo al recordarse de joven.
Apuró su güisqui y continuó, ‘Todo el pueblo alegrase ante nuestra decisión, todos querían participar y ayudar. Sigilinda heredó el vestido de novia de su madre, y las costureras del pueblo se juntaron por primera vez  para trabajar todas en conjunto, hicieron algunos ajustes y dejaron aquel viejo vestido como nuevo. Yo heredé el traje de mi padre, era su mejor traje. A mis diecisiete años yo ya tenía la misma contextura que él, el pobre sastre no tuvo mucho trabajo más que cambiar los botones por unos nuevos.
‘Los días pasaban y el día de la boda acercabase, todo el pueblo ansiaba ese día. Todo el pueblo estaba alegre. Las vidas difíciles que llevábamos se olvidaron como frente al día de la Virgencita de Covadonga, o alguna otra festividad.’ Vi que una lágrima logró escaparse de sus ojos húmedos. Su respiración era entrecortada, y sus manos temblaban mientras acercaba el trago a sus labios. ‘Esa mañana, la mañana de mi boda, fue el día más feliz de mi vida’, me dijo. ‘Pero mi felicidad, junto con el buen humor y la felicidad de todo el pueblo, desvaneció cuando escucharon se las explosiones. Provenían desde la  parte del pueblo donde estaba la casa de Sigilinda’, las lágrimas ahora cubrían su rostro y sus ojos estaban completamente empapados. ‘Salí corriendo de la casa de mis padres, mientras corría escucharon se otros dos estallidos, y cuando llegué vi que la casa de Sigilinda estaba completamente destruida y en llamas. Quise entrar, pero unos amigos y vecinos me detuvieron. “Está muerta”, me dijeron, “Vimos lo con nuestros propios ojos”, me gritaban. Recuerdo que la ciudad era un barullo, la gente corría para todos lados, y el humo de las llamas tornó el cielo gris.
‘Sé que después de gritar y luchar para poder entrar me desmayé. Me desperté dos días después en un carro con rumbo a Galicia, me contaron que estuve esos dos días luchando contra una fiebre intensa. Uno de los que estaba en el carro era un amigo, de los que me detuvo. Me contó que mi casa también había volado en mil pedazos y que ya no tenía nadie en aquel pueblo. Si me hubiese quedado me arrestarían por republicano, anarquista o cualquier otro cargo absurdo. No sufrí por la muerte di mis padres, la muerte de Sigilinda fue demasiado fuerte como para poder sentir algún otro dolor.
‘Decidí seguir con él hasta Galicia y ahí tomar un barco para la Argentina, no teníamos dinero, por eso he tenido que vender el reloj de oro de mi abuelo, que tenía en el bolsillo del traje que herede de mi padre, “Está es la única riqueza que tenemos”, me dijo mi viejo, “no te aferres a ello pues si no tienes a quien amar la riqueza no significa nada”. Con lo que nos dieron por el reloj pude nos pagar el pasaje a los dos.’
Las lágrimas no cesaban de deslizarse por las mejillas del viejo, y  al sentir su tristeza mis ojos se humedecieron. Noté que en el bolsillo de mis pantalones tenía un paquete de cigarrillos, gracias a los dioses no estaban mojados. Saqué uno  y le pedí fuego al cantinero, que me miró con cierto desdén  por interrumpir su concentrada lectura, se acercó y me dio una cajita de fósforos. Encendí el cigarrillo e inhale el humo con rencor y placer. Sentí el humo pasar por mi garganta y después llenar mis pulmones… que placer.
Le ofrecí un pucho al viejo, que me agradeció pero rechazó. Volvió a llamar al cantinero y le pidió que nos llene las copas. ‘Con Manolo llegué a la Argentina, no conocíamos a nadie y no teníamos un duro ni para comprar una empanada. Pronto empecé a trabajar en una herrería en Buenos Aires, intentando olvidar la vida de Asturias, pero no podía olvidar los ojos celestes de Sigilinda. Eventualmente perdí el contacto con Manolo, poco tiempo después de llegar se había marchado para Chile. Fue por eso, y además de no conocer a nadie, que después de dos años de trabajo duro en Buenos Aires decidí venir al sur. Me ha ido bien, dediqué mi vida al trabajo y amasijé una fortuna considerable. Nunca me casé, tampoco tuve hijos. Todos los días desde que llegué a la Argentina dedique el tiempo a trabajar. Lo que es la vida, uno nunca sabe lo que le toca.’
Se quedó pensativo, yo apuré mi copa y encendí otro cigarrillo. Miré a mí alrededor y todavía estaban los demás hombres presentes; como muñecos de cera sin ningún tipo de vida, los susurros habían cesado y todos parecían estar perdidos en algún pensamiento. El viejo pidió otra ronda, sacó un pañuelo del bolsillo trasero de sus elegantes pantalones y se secó las lágrimas y los ojos húmedos. Después de aclararse la garganta continuó; ‘Hace unos días he tenido que viajar a Buenos Aires. Quería concretar la venta de todos mis bienes. Ya estaba cansado de acumular una riqueza que no me servía para mucho, y me había decidido volver a Asturias, a mi pueblo natal -a esos bosques negros y arroyos mansos. Quería al menos poner un clavel en el cementerio local. Tal vez encontrar la tumba de Sigilinda, o la de mis padres quizás. En fin, estaba cruzando la Av. 9 de Julio justo a la altura del obelisco; cuando de repente escucho a alguien gritar mi nombre.
‘“¡Isidro!” volvió a gritar el viejo a unos quince metros. Sabía que de algún lado lo conocía y su tonada me resultaba extremadamente familiar. Incluso su rostro me era familiar. A mi edad uno olvida las caras, y aún forzando mi mente mientras el extraño se acercaba, parecía no tener éxito alguno. “¡Isidro, joder!… soy Manolo” Me alegré tanto al reconocerlo que instantáneamente lo envolví entre mis brazos.
‘Abrazamos nos como verdaderos hermanos, habían pasado setenta años o mas desde su partida a chile, y desde entonces lo único que existía de el era una neblina en mi mente. “¿Qué haces aquí?” le pregunté con sincera intriga. “Vengo de ver a mi nieta, acabo de convertirme en bisabuelo.” Recién ahí noté el golpe de los años y el relámpago que es la vida. Continuamos hablando de banalidades, de nuestros setenta y tantos años vividos después de seguir por caminos diferentes.
‘“Hay algo que te quiero contar” me dijo apesadumbrado, y sin mas vueltas continuó. “Hace años de éste episodio y te he buscado sin éxito. Bueno… -se aclaró la garganta y continuó-  Treinta años atrás, quítale o agrégale dos años, me he cruzado con Sigilinda… te he buscado y no he tenido éxito. Lo lamento hermano.”
‘No lo podía creer, Sigilinda estaba viva. Viviendo en el mismo país que yo hacía ya cincuenta años. Mis piernas temblaban al igual que mi voz, y le conté que no sabía que ella seguía con vida. La había dado por muerta, perdida en las llamas de aquella pobre casa. Le pedí la dirección, él me la dio y sin más preámbulos me dirigí a su casa. Estaba contento, y al mismo tiempo toda mi vida pasó por delante de mis ojos. Una vida desperdiciada, pensé.’
‘¿Estaba  viva?’, le pregunté sorprendido. ‘Si, viva, casada, con hijos, nietos y su primer bisnieto’, respondió y continuó. ‘Llegué a su casa agitado, deseoso de verla y con mil palabras saltando en mi mente, sin saber exactamente qué decir. Cuando abrió la puerta seguía bonita, igual que siempre.  Nos pusimos a hablar y las lágrimas se derramaban por nuestros ojos de la misma manera que corren los manantiales por los verdes montes de Asturias. Me contó que la mañana de la boda había ido a Oviedo con su tía a retirar su velo de novia, y que cuando regresó encontró al pueblo destruido y desierto. De mi no tenía noticias, sus padres habían muerto y con sus hermanos menores no tenía techo bajo cual dormir, más que el de la tía. Pronto su tía la casó con un pariente lejano y adinerado. “He sufrido al principio”, me dijo Sigilinda, “¡Y yo he sufrido todos los días de mi puta vida!”, tenía ganas de gritarle. Pero no dije nada y ella continuó, “Pero es un hombre bueno, y un gran padre por sobre todo. Siempre me ha respetado.” Le pedí que se escapase con migo al sur para poder disfrutar nuestros últimos años juntos. Dijo que lo pensaría, me pidió que vuelva a mi casa y que la llame en dos días, que la deje pensar y que ella tendría una respuesta entonces. Eso fue hace dos días hoy a la mañana.’
‘¿La llamaste?, ¿La vas a llamar?’ pregunté ansioso, creyendo en el poder del amor. ‘Si, la he llamado, “Perdóname”, me dijo “pero ahora amo de verdad a mi marido y a mi familia. No puedo”, y colgó.’
Quise invitarlo a tomar otra copa, pero la rechazó. ‘Tómate tú otra copa, o todas las que puedas tomarte’ me dijo mientras se levantaba y sacaba su billetera. Le dio un fajo de billetes de cien al cantinero y le dijo que me sirva lo que yo deseaba. Terminó su trago de un sorbo, ‘Muchas gracias por escucharme, necesitaba descargarme con alguien, tal vez hubiese sido mejor hacerlo con un cura para no llenar tu corazón de penas’, me estrechó su mano y volvió a repetir ‘Gracias’, sacó un pucho de su tabacalera, lo encendió y volvió a hablar, ‘Ahora me disculpo caballero’, dijo mirándome a los ojos, ‘tengo que escaparme al baño.’ El viejo se fue, y mientras el cantinero me servía una copa de su mejor güisqui yo me encendí otro cigarrillo, al mismo tiempo meditando sobre la historia del viejo y en cómo hacer una canción sobre aquella historia triste. Escuche un estallido, todo mi cuerpo se estremeció y el humo que tan placenteramente acariciaba mis pulmones salió disparado de mi boca.
Salí corriendo al cuarto de baño, abrí la puerta y ahí lo vi. Isidro, sentado sobre el retrete, con sus sesos esparcidos por los azulejos de la pared, con sangre y materia gris por todos lados y con el pucho todavía humeando entre los dedos de su mano izquierda. ‘Que lastima’ pensé, ‘parecía un buen hombre.’

martes, 29 de marzo de 2011

CUANDO LAS TECLAS PIDEN A GRITOS SER GOLPEADAS

Cuando en la ciudad llueve, y cuando no se tiene un solo mango en vísperas de un finde largo, lo único que deseo es que empiece la semana. Puedo permanecer cerrado en mi cubículo, que denominaron departamento y que llamo hogar, y pasarme esos cuatro días escribiendo. Podría adelantar bastante de lo que vaga por mi cabeza.
Eso es imposible, por alguna casualidad de la vida se dio que otras cuatro personas habiten mi cubículo en éste preciso instante. Hace un mes que viene igual, y la única privacidad que tengo es cuando voy a cagar. Están mis dos hermanos, un yanqui y un pibe de Rio Negro. Pasamos buenos momentos, pero los chistes empiezan a ser aburridos y las teclas me gritan cada ve mas seguido que las vuelva a golpear.
No me gustaría nada mas que golpearlas mas seguido y mas fuerte. Tengo miles de anécdotas para contar; la chica que era linda pero que resultó fea después de besarla y verla a la luz del día. La puta que no quería cobrar pero no tenía para comer. El taxista que vendía merca y profesaba la fe en Cristo al mismo tiempo. La noche que no quería acabar o el travesti que quería vestirse como hombre pero temía lo que le podían decir en su casa. Tengo miles de esas historias, bueno, quizás no son miles... pero son muchas.
Lo malo es que no tengo tiempo. Ahora estoy aprovechando que todos están dormidos, salvo el pibe de Río Negro. Con cinco guachos en un cubículo la resaca se puede hacer difícil y escribir se torna en algo inalcanzable.
Veremos lo que heremos estos cuatro días, que parecen de luto. Probablemente juntemos unos mangos, compremos unas cuantas botellas de ginebra y dejemos que la noche nos guíe. A su salud beberé cada uno de mis vasos, a la salud de los escritores de hoy, de los muertos de hambre que supuran palabras.

lunes, 27 de diciembre de 2010

DEVIL'S THREE-WAY: DOS FORROS PERDIDOS Y UN DYLAN DESPIERTO

‘¿Vamos a tomar una birra?’ dijo apenas atendí el teléfono. Era domingo, ocho y media de la noche. Hacía un calor de locos y una cerveza era lo mas adecuado para combatirlo. Ahora son las 2.32 de la mañana del lunes, o sea la noche del domingo al lunes. ¿Pero cómo llegué a ésta hora? Bueno. Una birra lleva a otra. Un bar vacío lleva a un redbull con vodka... y un redbull con vodka a SIMMONE.

‘Sí, dale. Pero tengo cero guita. Me vas a tener que bancar.’ dijo que sí. Llegó a casa unos veinte minutos después... con plata. ‘Hay un bar que se re pone en el sótano de un hostal. ¿Tenés ganas de ir?’, al escuchar esa pregunta tuve que suponer que la noche no cerraría en una birra y ‘buenas noches, nos vemos el finde que viene’. No me di cuenta que la noche era joven. Que una ciudad desierta un veintiséis de diciembre puede llevar a esto. A las 2.38 de la matina borracho, sin leche, escribiendo con un cenicero rebalsando de colillas y cenizas, con tres puchos restantes del atado y cuatro forros faltantes en la caja. Hay dos forros llenos de leche escondidos por ahí. Nadie sabe dónde están. Ni él, ni ella... yo tampoco. Mañana laburo... o sería más propiamente dicho hoy. Dentro de unas horas... dentro de cuatro horas me tengo que despertar.

Pero eso no importa. La noche es una por día. Se trabaja cinco días por semana y nadie tiene ganas de dormir. Ni Dylan que suena en los parlantes. Ni yo que sueno en el teclado. La birra que baila con mis neuronas tampoco tiene ganas de dormir. Y Pablo se fue a dormir, y Simmone se tomó un taxi. Y yo me tomé otra fresca de la heladera. Y mi cama está llena sudor, mezclada con un poco de leche y algo de cocaína... 

No podía acabar, fue la primera vez que me la chuparon con forro y la primera vez que le levanté el pulgar a un amigo mientras cogía a la mina que con sus labios llenos de colágeno rodeaba mi pija. ¡Mierda! fue la primera vez que alguien se cogía a la mina que tenía mi pija en su boca. Fue como cuando dos pibes se pinchan el dedo y se declaran hermanos de sangre. Nosotros nos declaramos hermanos de forros perdidos cuando lanzamos por ahí los forros después de acabar. La mina... ¿y la mina? Se fue antes de terminar su pucho. ¿Nosotros?... Nosotros lo terminamos y nos reímos de la alianza nueva...

miércoles, 20 de octubre de 2010

ESOS SECRETOS NO EXISTEN


Tengo que limpiar los platos, pero estoy borracho… sería injusto decir que estoy borracho, los borrachos se me reirían. Estoy mas bien entumecido después de una cerveza negra… la fiaca gana. Es más fácil quedarse sentado y escribir un poco; para que se pase el atontamiento, para que se despierten las neuronas… Pero parecen estar empapadas, bañadas de cerveza, me siento como si hubiese tomado barriles enteros de cerveza. Pero no tomé casi nada. Quizás para otros es mucho un litro de cerveza. En realidad no es un litro, son novecientos ml (o mililitros), que es un poco menos que un litro. Pero es negra y no estoy acostumbrado a las negras. Ni a las mujeres negras, nunca estuve con una. Siempre quise, nunca pasó. Simplemente no las conocí. No tengo donde conocerlas. ¿Es culpa mía ésta sociedad racista en el que las negras no existen para mí?, nunca en mi puta vida hablé con una negra (con un negro sí), simplemente no tuve la oportunidad. Siempre fueron blancas, tampoco chinas… en fin, tengo que limpiar los platos…. Tengo que hacerlo ahora. En unos minutos vienen todos y quiero que esté limpio, pero estoy borracho… Soy un borracho. Un escritor malo y borracho. ¿Cuántos escritores malos y borrachos habrá? ¿Habrá drogadictos también? Pero yo ni a los borrachos correspondo… Tengo que limpiar los platos, barrer el piso y sacar la basura. Tendría que cocinar algo, no comí nada desde el medio día. Es de noche… la música suena en los parlantes y vienen en unos minutos, y los platos siguen sucios y el monitor sigue brillando… me encandila como un farol a una liebre en la ruta… Es una mierda. Es peor que la droga, peor que la heroína. Tendría que probar la heroína. ¿Será buena, o será como la escritura? Que te carcome lentamente por dentro como un cáncer, que te obliga a sacar todo lo que tenés adentro hasta dejarte vacío por dentro. Hasta dejar todas tus vísceras sobre la mesa, en evidencia de todos, para que todos puedan leer todos tus secretos, tus sueños, tus pesadillas… no creo que sea peor, por que la gente te toma menos en serio… algunos creen que los que escriben son inteligentes. ¡Que equivocados que están! ¿lo estarán? Yo siempre estuve equivocado, no recuerdo la ultima vez que tuve la razón… mierda tengo que limpiar los platos, ordenar la cama y poner las sillas en orden… ¿saqué la basura? Pero la música que embriaga, la cerveza en mis venas no deja de fluir y me obliga a escribir… no voy a limpiar nada, ya saben como soy. Que limpien ellos, que no vengan si no les gusta… ya bastante me conocen al leerme… todo lo digo, secretos no tengo, sueños tampoco… El otro día caminaba y del otro lado de la calle veía a una viejita que bajaban (o subían) de (o a) una ambulancia… automáticamente me puse a pensar en como yo tenía toda una vida por delante y en como ella tenía toda una vida recorrida… pero quizás ni eso le quedaba… Quizás había llegado a esa edad en que ya ni el pasado le pertenece, pues no lo recuerda… ni secretos debe tener, o compartir… todos los que sabían sus secretos deben estar muertos y ella los olvidó, y ni siquiera sabe que los olvido, ¿existen esos secretos? ¿qué pasó con esos secretos? A nadie le importa, esos secretos no existen, alguna vez existieron, pero no existen… mierda, tengo que ir a lavar los platos….

viernes, 6 de agosto de 2010

FELICIDADES

Todos somos un gran pedazo de mierda



DOMINGO 11:00

¿Donde estoy? ¿Por qué no puedo abrir el otro ojo?... Estoy en casa. Como detesto levantarme con resaca. Tengo que ir al baño. Espejo de mierda, siempre me decepcionas... tengo un ojo morado, hinchado... no lo puedo abrir. ¿Qué carajo hice? Delfi me va a matar ¿Qué pasó?, tengo el labio partido. Voy a tener que ir al médico. No recuerdo nada de lo que pasó anoche. Por más que lo intente... ¿qué pasó? ¡mierda! ¿Tan borracho estaba? Mejor me voy a la cama a dormir la resaca. Mas tarde voy al hospital. ¡Hay una morocha en mi cama! Delfi me va a matar definitivamente. ‘Despertate’ Que sonrisa, eso si que me puede... ‘¿Qué pasó anoche?’ 

‘Me dijiste que querías llamarme Julieta’ Que picara, le gusta jugar. ‘Estabas muy mamado.’ Que lindo acento, seguro que es caribeño. Sus labios saben a vomito, mi aliento debe saber igual, todavía no me lavé los dientes. ¡Como juega con la lengua!

Que dolor... me duele el orto, ¡No, por dios, no!, tengo que destaparla. ¡Es mujer, sí! ¡Y que mujer! Son las hemorroides, volvieron. ¡Que susto! Pero todo es posible, no tengo idea de lo que soy capaz borracho. Que bien se siente andar desnudo... Tiene mi pene en su mano y... ¡esta jugueteando con él! Esto si que es una buena mañana.¡La mejor de las mañanas! ¡Mi pito está en la boca de una caribeña hermosa! Lo chupa como una estrella porno. ¡Increíble, que mañana! Que lastima que no me acuerdo de la noche... no importa, sólo el ahora importa... Que menuda que e... ¡Que culo, que cuerpo! ¿Le habré pagado? ¿Con que le pagué? ¿Le habré dicho que le pagaría? Estoy seguro que no tengo plata... ¿Gané algo ayer? ¿le robé a alguien y de ahí viene éste ojo? 

No importa... estoy por acabar... Sus tetas están llenas de mi semen... MI SEMEN... son grandes y naturales... AHHH, SÍ... Increíble... ‘Límpiate con la sabana’. Parece feliz la morocha. Hace lo que le gusta. ¡Sí! Eso se llama actitud... una mujer que se pone así nomás en cuatro, sin que se lo pidan, es para cuidar… ‘¡Métemela!’. Nunca vi a una mujer tan excitada por la mañana. ¡Claro que te la meto! 

*
SABADO 18:45

No puedo creer que en menos de una hora vaya a estar casada. ¡Voy a ser la señora de Perez! Finalmente se cumple lo que soñé todos estos años. Que no se le ocurra decir que no al último momento. ¡Lo mato! ¡Que papelón! Después de lo que me costó convencerlo no se que sería de mí... Éste auto no puede ir mas lento... ¡la puta madre!

‘¿Hay alguna razón por la que no avanzamos?’ me voy a chivar entera. Justo ahora se le ocurre a todo el mundo salir con el auto…

‘Está terrible el trafico, pero no se preocupe que tenemos tiempo y sin usted no pueden empezar’

Ay dios... me va a agarrar una crisis. ‘Prendé el aire, tengo calor’. En tres meses ya quiero estar embarazada. Seguro que voy a engordar mucho. Voy a tener que ir al gym durante el embarazo y hacer dieta, no quiero ser gorda después del embarazo, quiero estar diosa. Que no se le ocurra engordar a él como le pasó a Pepe cuando se caso con esa idiota. ¡Ni loca le pongo el nombre de su mamá! Alcira... está loco. Estoy segura que va a ser nena. Estaría bueno. Mamá se pondría re feliz si llego de Río embarazada... mmm... es una buena opción también. Entonces le diría a Rebeca que fue concebida en Brasil, y parte de ella va a sentirse siempre brasileña. Va a ser inteligente y linda... ¡Ahí está la iglesia! Estamos cerca... 

¡Que lindos que están todos! Suerte que papá se puso la corbata que le dije. Voy a ser el centro de la atención, que nervios... todos me van a mirar. ‘¿Tengo bien el maquillaje?’ que pregunta pelotuda, no puede decirme que no. ‘Sí, estás lindísima.’ Ahí viene la música… ‘¿Estás lista?’ debe estar re nervioso… ‘Vamos’. ¡Dios mío, que nervios!


*
SABADO 20:00

Soy un hombre casado. ¡Que locura! Y eso que pensaba que iba a ser soltero de por vida. Que buena la despedida de ayer. Se portaron bien los pibes. Detesto saludar a todo el mundo. ¿Quién invitó tanta gente? Quiero que empiece la bailanta ‘¡Felicidades!’ Ya me felicitaron mil veces, todos. ‘Gracias, gracias por venir’ Espero que nos hayan dado un buen regalo. Increíble que me haya casado con una mujer tan buena… encima sus viejos están cagados en plata, sin hermanos, sin tíos… mejor imposible. No cualquiera tiene tanta suerte. Tengo que hacerme una vasectomía, dicen que puede revertirse. Soy muy joven para ser padre ya. Espero que no se enoje cuando le diga que es mejor esperar y tener tiempo para nosotros. La muy loca quiere uno enseguida. Para ellas son trofeos, una de sus amigas tiene uno y enseguida todas quieren uno… perece contagioso.

‘¡Muy buen lugar, man!’. A éste pelotudo no me lo banco, tiene cara de mono… ¿por qué carajo lo invité? No puedo creer que sea mi primo. Recién empieza todo y ya está en pedo. Hay demasiada gente que apenas conozco… bueno, al menos no lo pagué yo. ¡Que buena que está esa camarera! Estoy seguro que no es de acá, ¿Por cuánto tiempo le seré fiel? La amo, de eso estoy seguro. Pero dicen que el amor no es para siempre, veremos cuanto dura. ¿Cuando tendré mi primera amante? ¿Al año, a los dos o quizás nunca? La verdad es que mi mujer está increíblemente buena, pero le entro a esa camarera sin pensarlo demasiado. Ahora mismo, en el baño… en donde sea. Estoy loco, que desastre si llega a pasar y me ve alguien. Encima dudo que me de bola. 

¿Dónde están los pibes? ‘Si, estoy muy feliz. No podría pedir una mujer mejor.’ ¿Que te importa si estoy feliz o no? Es asunto mío. Odio las reuniones grandes, pero voy a tener que acostumbrarme. ¿Me dará laburo su viejo? No soy ningún idiota, estoy seguro que soy mas listo que cualquier idiota en aquel banco. 

Ahí viene la comida… estoy muerto de hambre. No comí nada en todo el día. ‘Sí, es verdad. Ahora somos parientes. Soy él hijo que nunca tuvieron’ Que seductor que soy… Sus padres me adoran. Seguro que en uno o dos años estoy manejando uno de sus bancos. ¡Que grande! Cuando eso pase voy a buscar a la camarera y me voy a enfiestar con ella… o con cualquier otra. 

‘Quiero llamarte Julieta, yo soy tu Romeo.’ No puedo creer que ese pelotudo, cara de mono, piensa que puede levantarse a la camarera. Parece no darle bola. Pero le sonríe, que envidia. Si no estuviese mi novia, digo mi mujer acá, estoy seguro que me gano a la camarera. ¿Cómo se llamará? 

*
SABADO 23:00

Que viejo que estoy… mi nieta ya se casó. Que ingenua que es la juventud, seguro que ella piensa que Javier la va a tratar bien y consentir toda la vida… Ah, si me escuchasen. Pero bueno, cada uno tiene que aprender de sus propios errores. Que yo sea un hijo de puta con Sol no quiere decir que Javier lo sea, o lo vaya a ser con ella. Quizás soy yo el único cínico que no cree en el amor. Pero mirando desde otro lado, no tengo a ningún amigo que siga enamorado de su mujer…

‘¡Lo felicito!’ no te conozco… ¿quién será? Alguna amiga de alguien…y si. Amiga de alguien tiene que ser, o pariente tal vez… de mi lado no es. Puede ser del lado del novio. ‘Soy la tía del Javier’, ahí está. ‘Tiene una nieta maravillosa, son hermosos juntos… hacen una pareja divina.’ No se por que me felicita a mí. No he hecho nada para que ella salga así pero…‘Gracias. Su sobrino es un buen chico también.’ Apenas lo conozco, seguro que es un hijo de puta como yo. Gracias, pensé que no te ibas a ir nunca. Odio hablar con gente que no conozco. 

‘Mozo, ¿me trae una copa de tinto?’ Siempre me dejan solo en las reuniones familiares, ¿tan insoportable seré? es mejor así. De todos modos, muchas ganas de hablar no tengo. Recuerdo que cuando me case no saltábamos como los jóvenes de hoy… definitivamente éramos más educados. Sus padres también lo fueron… ¡Y como toman! Como cambia todo. Que viejo que estoy. Y que hermosas que están todas esas jovencitas. Nunca mirarían a un viejo como yo. Soy el abuelo. Pronto bisabuelo… que desastre. Ah, el vino. El único del que se puede fiar, el mozo, ‘Gracias’.

*
DOMINGO 00:45

Siempre me deja sola como una boluda. Estuvo toda la cena tirándole onda a la camarera. Yo estoy más buena que ella. No entiendo por qué no me da bola como antes. ¿Para que me trajo? Soy su trofeo… De alguna manera me voy a vengar. Ahí está ahora, bailando como si nada. Saltando como si fuese el mejor amigo del novio. Estoy segura que Javier no se lo banca. Ese si que es un hombre de verdad. Se sabe comprometer, baila bien. No rompe vasos. Que linda que está la novia. Quiero casarme… tengo la sensación que voy a ser la última en casarme. Tengo que presionarlo un poco más. Se me viene la edad encima… no quiero tener hijos de vieja. Quiero ser una mamá joven. Que bueno, champagne… tengo que relajarme un poco. Que turra esa que se puso el vestido blanco… no puede ser tan guacha. Es como querer sacarle el lugar a la novia.

‘¿Lindo casamiento, no?’ hm, está bueno. Cuarentón sexy… si Nico puede flirtear con la camarera, también puedo yo con éste tipo. ‘Sí, muy lindo. ¿De que lado venís, del novio o la novia? ’ ¿Me lo podré cepillar en algún lado sin que nadie nos vea? ‘La novia, trabajo con su viejo’ Encima de estar re fuerte, tiene plata… ‘¿Bailamos?’ Ojala fuese mas fácil. Invítame a coger a un telo y te acompaño… simplemente decílo… ‘No puedo, mi novio es muy celoso y encima está ahí borracho saltando en la pista’ Lo último que quiero es bailar con vos… ¿Cómo hago para que me invite a otro lado? Son tan lentos los hombres a veces. ¿No se da cuenta que le tengo las re ganas? ‘Me acompañas afuera a fumar un pucho’ ¡decí que sí!, ¡decí que sí!… ‘Se puede fumar acá, ves que todos están fumando’ Es muy lindo, pero es un estupido… igual no lo quiero para hablar. ‘Ya se, pero quiero tomar un poco de aire también… ¿me acompañas?’ 

¿Habrá venido con auto? ¿Cómo hago para que me lleve al auto? ‘Hay mucha gente adentro, me agarra una especie de claustrofobia cuando estoy en un lugar con mucha gente’ Está soltero, no tiene anillo. Me siento re turra, pero me gusta la sensación. ¿Por qué sigo de novia con ese idiota? Tengo levante, puedo conseguir otro mejor, con mas plata, mas buen mozo, mas educado… Eso me pasa por salir con pendejos, todos son iguales. ‘¿Viniste solo?’ si vino con su novia y me acompañó afuera es seguro que me quiere garchar, que cretino… me vio como una trola. ¿Me importa? ¿Yo que sé? ‘Si, vine por compromiso. Pero algo bueno saqué de todo el barullo… te conocí a vos.’ Es un divino... pero, ¿de verdad piensa que con esa línea me va a ganar? En realidad sí, le tengo muchas ganas… ‘Caminemos un rato, está fresca la noche’ ¿Dónde estará su auto? Que al menos me bese y entonces le digo que vayamos a su auto… ¿lo beso yo? Pero tenemos que estar en algún lugar donde nadie nos pueda ver… ‘Contáme de tu vida’ No me interesa mucho, pero espero que con eso pueda romper el hielo… Que aburrida vida que tenés, ¿Por qué no me invitas a tu auto y ya fue?

Si le pregunto que auto maneja va a pensar que soy una pelotuda. O quizás me diga que me lo quiere mostrar… ‘Apuesto a que manejas un auto rápido’ con eso no le estoy diciendo nada, pero al mismo tiempo le estoy abriendo el tema. Sí, sos fanático de los autos… eso es bueno, habla de tu auto. ‘¿Tiene asientos cómodos?’ Mostramelos así ya estamos en tu auto. ‘¿Cuál, ese de ahí?’ Bah, vi autos mejores… Si me lo muestra por dentro prometo que se la chupo. Ni siquiera se la chupe a Nico, pero tampoco engañé a ninguno de mis novios… Claro que lo quiero ver por dentro.

‘Huele bien, encima son re cómodos los asientos.’ Acércate y dame un beso, no hace falta poner música… pero si te relaja, entonces déjala. ¿Cómo que no se da cuenta?, estoy en su auto, no lo conozco y le hago preguntas estupidas sobre cualquier cosa. Aparte sabe que tengo novio. ¿Qué mina con novio se sienta en un auto con un hombre que recién conoció? ‘¿Te das cuenta que te tengo las re ganas?’ Gracias a dios, vos si que necesitabas un letrero… que bien que besa. Seguro que coge mejor que Nico… ‘¿Vamos a mi depto?’ lo podrías haber preguntado mucho antes y te hubiese dicho que sí igual… ‘Sí’ igual con lo borracho que está Nico ni siquiera se va a dar cuenta. 

*
DOMINGO 02:58

Dios, que borracho que estoy. Que buena fiesta… ese porro era completamente innecesario. ‘Un cuba libre’ ¿Donde estará Delfi? Me llega a ver en éste estado y me mata. ‘Mas cargadito’ ¿donde está esa camarera que estaba tan buena?… no la vi de nuevo. Tengo que sentarme, todo da vueltas como loco… mejor voy a enjuagarme la cara al baño. Quiero encontrar a la camarera. Pero tengo que dejar de tomar… sino, voy a vomitar todo y voy a oler a mierda… Quiero un pucho. ¿Donde está Delfi? Tiene mis puchos la muy turra… ¿donde está? Voy a buscarla… primero voy al baño. ¡Cuanta gente! Demasiados viejos. Las únicas que están buenas son la novia y aquella camarera… ¡Boludo… lo que es mi cara! Estoy desfigurado. ¡Que reventón! Impresentable. Despabílate, pelotudo. Así no vamos a llegar a ningún lado. Deja ese trago. Respirá hondo… Un poco de agua me va a hacer bien… Por el amor de dios. Verdad. ¡Pero quiero un pucho! Tengo que mear, pero no quiero tener la pija sucia… de todos modos, tantas ganas no tengo. Se me va a pasar. ¡Pucho! Están todos alegres. Parece que todos se casan, no sólo dos personas. Que fácil que es poner feliz a la gente. Barra libre, buena comida y música mala y tenés a todos bailando con cara de alegría. Yo soy uno de esos fáciles de complacer…

‘Gracias, loco… convídame fuego también.’ Si fuese rico me casaría todos los fines de semana. ¿Imagínate una fiesta de estas todos los fines de semana? No llegaría a los cuarenta… ¿Dónde está? ¿A quién estoy buscando? Ah,… si... a la camarera. Quizá esté arreglando las mesas… voy a ver. ‘Tía, muy lindo casamiento.’ Acá no está, debe haber terminado su turno. ‘No se donde está, debe estar bailando por ahí, cuando la vea te la mando y le preguntás a ella’. ¿Donde estarán? Ahora todos desaparecieron… o estoy demasiado borracho y no identifico a nadie o desaparecieron. Ahí está… afuera ‘¿Descansando?’ ¿Es ella? ¿Por qué me mira así? ‘Sí, Romeo, ¿no?’ Me confundió con alguien… ¿Por qué carajo me dice Romeo? ‘¿Qué?’ que boludo que soy, le tendría que haber seguido la corriente… ‘Me has dicho que eras mi Romeo’ Ah, si que boludo… se lo debo haber dicho a una decena de chicas en toda la noche… ‘Sí, y vos sos mi Julieta’. Que cursi que sonó eso… Tendría que inventar una frase nueva… Si Delfi me ve hablando a solas con esta mina, me mata… igual me chupa un huevo. Alego a la borrachera… 

‘¿Tenés que volver a laburar?’ Tengo que sacarle charla, tengo que parecer divertido, tiene que querer quedarse conmigo. ‘No lo se, estoy pensando en renunciar. Es el peor trabajo que he tenido en toda mi vida.’ Que bonita que es… ¡que mujer!, que lindo acento… debe ser hermosa gimiendo. ¿Se me parará con tanto alcohol? Es cuestión de probarlo… ‘No renuncies, hacé que te echen.’ No me mires así, no tengo mejor idea… es todo lo que tengo. Estoy diciendo tonterías para que no te vayas. Ya se… ‘No renuncies, mejor emborráchate conmigo… si te ven, te echan. Sino, tomaste gratis toda la noche y encima mañana te pagan por tomar’ soy un genio, eso se me ocurre nada mas a mi… y quizá a algunos cientos de personas mas, pero ahora se me ocurrió a mi, y por la sonrisa en su rostro puedo ver que le pareció una buena idea. ‘Vos ya estas muy borracho, ¿podés seguir tomando?’ ha, como que no. Como se nota que no me conoce… ¿puedo tomar mucho mas? Y bueno, es también cuestión de probarlo… ‘No manejo, voy a llamar a un remis cuando cierren…’. Que remate, no pude decirme que no… ‘Bueno, pero a escondidas. Nada de bailar.’ ¡Si, si, si, si, si… es mía! 

Ahora tengo que asegurarme de no cruzarme con Delfi, mañana me encargo de inventarle algo. ‘¿Conocés algún lugar escondido?’ algún lugar donde pueda garcharte y que puedas gritar libremente sin que nadie nos interrumpa. ‘¿Que te parece el estacionamiento?, intenta robar una botella de vino o cualquier otra bebida y nos vemos ahí.’ Ya te amo, te adoro, sos la mujer perfecta, con el acento perfecto y con el cuerpo perfecto… ¿Donde puedo sacar una botella de vino?… Tengo que sobornar al barman de alguna manera. ¿Qué le digo? ¿Cómo carajo le saco una botella de vino sin que se de cuenta? ‘Che, ¿te puedo pedir una botella de vino? Me está esperando una hermosa mujer afuera y me pidió que le lleve una botella de vino.’ ¿Así de fácil? La verdad gana todo… in vino veritas… ‘Gracias, me salvaste’ Ahora a por la camarera… ¿me estará esperando o simplemente dijo eso para liberarse de mí? Bueno, veremos… de ultima tengo una botella de syrah… No tengo nada para perder… Ahí está… ¡Opa!, hay alguien cogiendo en ese auto… que buen auto… seguro que se llevó a una buena mina adentro. Quiero uno así para llevar chicas adentro. Es más fácil coger con un auto así… ‘Vamos mas para atrás’ como vos digas princesa, yo te sigo… al infinito y al mas allá.